jueves, 14 de febrero de 2008

Te la quitaré aunque esté muerto, Consuelo García del Cid Guerra


En estos tiempos de teclado cibernético y desoladora virtualidad, se agradece tratar, oler y tocar a personas y hechos de carne y hueso y sangre y circunstancia, como esta mujer, Consuelo García del Cid Guerra, residente en la actualidad en Barcelona, pero asimismo residente desde hace ya algún tiempo y luego para siempre, en Tánger, donde conoció a Mohamed Chukri, en una fecha decisiva y puntual para ella, y también donde, según ella misma me ha confesado, le gustaría pasar los últimos años de su vida. El fragmento que podemos leer a continuación, pertenece a Te la quitaré aunque esté muerto, novela aún inacabada y que, a no mucho tardar, podría estar ya dando las vueltas de rigor en la imprenta. Me hallo en condiciones de afirmar, y afirmo, que estamos hablando de una escritora muy a tener en cuenta. El tiempo me dará la razón.
(PablogBao)



TE LA QUITARÉ AUNQUE ESTÉ MUERTO
(fragmento)


[…] Delante del Ritz se agrupaban los niños, los llamados “aguanta-paredes”, porque pasan las horas muertas pegados a la pared, sin escuela, sin trabajo, sin ninguna ocupación, y con hambre. Una mujer muy joven llevaba un bebé en los brazos. Su cara nunca la he olvidado. Aquellas ojeras moradas y de desesperanza sostenían la sonrisa forzada que me dirigió. Le dí algunos dirhams y le dije que me esperara, que le compraría comida para ella y su bebé. No hablaba francés ni español, sólo árabe, por lo que me expliqué por señas lo mejor que pude. Me entendió perfectamente.
Chukri estaba algunas mañanas en el Ritz y otras en una cafetería del Zoco Chico recibiendo gente y escribiendo. Tenía allí lo más parecido a una oficina improvisada. Era un hombre de aspecto duro, pero atractivo. Me senté y puse el libro sobre la mesa, dirigiéndome a él en francés. Me contestó en un español casi familiar y preguntó si quería que me firmara el libro.
-Cómo te llamas?
-Alba.
-Es un nombre muy profundo, como tus ojos, pero tienes los ojos tristes.
-Sí.
-Por qué has venido a Tánger?
-Hace mucho tiempo que quería venir a Tánger pero nunca pude. He venido a buscar un nuevo camino.
Me dí cuenta de que observaba mi anillo. “No deberías llevar este anillo, es casi una provocación. Tu anillo, aquí solucionaría la vida de una familia entera”.
-Perdone, contesté. Es el único regalo que me queda de la persona por la que estoy en Tánger.
-Por eso tienes los ojos tristes. Tu amante ha muerto?
-Por qué piensa que era mi amante?
-Sólo un amante regala algo tan valioso.
-He leído su libro tres veces mientras él estaba en coma. Llegué a Tánger sin equipaje, sólo con su libro.
-No, no es verdad, has llegado a Tánger con un anillo de brillantes. Este lugar hay que ganarlo, no es para morir. Parece que has venido a morir aquí.
-Tal vez
-Eres muy joven. Ahí fuera hay mucha gente que pide para comer y solucionar un día de su vida. Tiene penas, pero han aprendido a vivir con las penas. Tú no conoces esas penas, que son las del hambre y de la miseria, las del libro que has leído tres veces .No es una fantasía, todo lo que has leído es cierto. En España no sabeis lo que son esas penas. Tu nombre es muy bonito y eres una mujer muy guapa. Seguro que tienes una vida que te espera y parece que has venido a Tánger a morirte. Esto no es el paraíso, esto es Marruecos. Aquí no encontrarás la paz si no la consigues tú primero.
-Tiene razón, le dije. Gracias por su tiempo.
-Vive el tuyo, Alba, y recuerda que a Tánger hay que ganarla.
-Perdone. Sólo una cosa: Podría traducirme al árabe una frase?
-Si, claro. Qué frase?
-“Esto te solucionará la vida”.
Me la repitió tres veces hasta que supe pronunciarla casi correctamente.
-Gracias. Muchas gracias por el tiempo que me ha dedicado.
Mohamed Chukri me dió una lección tan clara y tan dura de lo que es la verdadera moral como la que recibí aquella tarde llamando a mi amiga después de seis años sin hablarla .Me sentí como si todas las religiones que existen me hubieran dado entrada en el cielo protector. Sí, me dije, el cielo protector, es éste, es el cielo de Tánger. Quién soy yo, después de todo, arrastrando mi dolor por el mundo.
Salí del Ritz y allí estaba aquella mujer, esperándome por un plato de comida. Le compré varias cosas y después de darle las bolsas, le dije, en árabe: “Esto te solucionará la vida” , poniendo en su mano el anillo de diamantes.
Ella no sabrá jamás que solucionó la mía.

3 comentarios:

Hijos de Satanás dijo...

hermosa visión y sabias palabras, más aún encarnadas en Chukri... Seguiremos su pista..v.

Fanny dijo...

Es de temblor, algo así como de estertor, escucharla hablar…diría: algo así como ella se escribe.

Bella y bella mujer, de los dos lados en un mismo cristal.

Sensiblemente, Fanny

pablo g bao dijo...

..Madame.. ..