miércoles, 21 de octubre de 2009

ASCENSIÓN (JOHN COLTRANE). Gonzalo Aróstegui.


Sentado en un taburete, con su traje negro, como él, saxo y cigarro en mano que le hacen tangible, terrenal, vemos a John Coltrane sobre un fondo blanco en la portada del más radical y estremecedor de sus álbumes. Y no parece de más la asociación que se establece, a vuelapluma, con las dos pinturas de Malévich Blanco sobre blanco y Negro sobre blanco, pues el free jazz al que da nombre Ornette Coleman con el disco del mismo título en 1960, obvio precedente de Ascension, es vanguardia pura y dura, y, como tal, lleva implícita una fuerte dosis intelectual sin la cual no es comprensible la obra. Y si Malévich buscaba los límites de la pintura mediante la abstracción, Coltrane buscaba los de su instrumento y los del jazz mediante la expresión atonal y libre.
El 28 de junio de 1965 John Coltrane reunía en el estudio a su cuarteto clásico más siete músicos (de los cuales el gran Freddie Hubbard había intervenido en la gestación de Free Jazz) para grabar las dos tomas de Ascensión, cumbre de la obra de un saxofonista que ya había publicado el año anterior Crescent y A Love Supreme. Ahí es nada. El resultado es de tal fiereza que llevó a un crítico de la época a catalogarlo como "el más poderoso sonido humano jamás grabado". Coltrane parece haber contagiado a sus acompañantes esa intensidad única que tenía al tocar el saxofón en una improvisación absolutamente libre de cuarenta minutos que, una vez completada la escucha, no puede sino dar paso al silencio. Pues, si la obra de arte tuviera algún objetivo, diríamos que el de Ascensión es conseguir que el sonido dé réplica al silencio para abrazarse a él una vez finalizada la interpretación.
La edición en compact disc del álbum ofrece las dos tomas que se editaron. En la primera edición del vinilo original iba la toma que menos gustaba a Coltrane, y partir del segundo prensado ese defecto fue subsanado.
Es Ascension, y la música de Coltrane en general, emoción en estado puro, emoción sobrecogedora y desgarradora, la de un artista que se dejaba la piel en un esfuerzo extenuante por mostrar siempre lo mejor de si mismo. Dos años después de la grabación del disco, Coltrane moriría con sólo cuarenta años habiendo llevado al saxo tenor a lugares nunca después superados. Antes de su muerte, todavía grabaría maravillas como las que se pueden escuchar en Meditations (1965) o Stellar Regions (1967). Es por eso que han pasado las décadas, pero todavía sigue vigente: nadie como Coltrane.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo, nadie como John Coltrane y su "A love supreme".

Saludos Gonzálo.

L.R.

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

Para mí "A Love Supreme" era insuperable hasta que descubrí "Ascension", que me parece la obra maestra absoluta de Coltrane.

Saludos para ti también.

Anónimo dijo...

me han dicho que Pitingo está haciendo su propia versión de A Love Supreme

ya solo podemos rezar....