miércoles, 9 de noviembre de 2011

PODEMOS SER HÉROES. Martín Roldán Ruiz

 
 Comparto con ustedes este cuento que forma parte de un tercer libro que pienso publicar pronto, y que llevará el mismo título Podemos ser Héroes... Antes quisiera recomendarles que pongan la canción Heroes de David Bowie (Click para escuchar), para acompañar su lectura.
 
Martín Roldán Ruiz (Perú) 
 
 PODEMOS SER HÉROES
 
–Una tarde me propusieron  llegar lo más lejos posible, hasta putamadre –dice Jualma.
–¿Si? –dice Iosú– ¿Y quién te propuso eso?
–Una chica, hace años,  en los ochenta; y a pesar del tiempo aún recuerdo ese instante y a ella, como si hubiera sucedido hace unos segundos.
–Anda… A ver cuéntame.
–Fue después de escuchar una canción de David Bowie, ella me tomó de las manos y habló:
–¡Hagamos todo en un día! –dijo Aleh, sonriéndome– Sí, lleguemos lo más lejos posible, hasta putamadre.
–¿Y dónde queda? –le dije–, nunca he ido por allá ¿Acaso conoces?
–Podemos ser héroes –dijo sin escucharme–. Tú serás el rey y yo seré la reina, como en la canción de Bowie.
–¿Y fueron? –pregunta Iosú – ¿Cómo era ella?... ¿Bonita?
–Sí fuimos –responde Jualma–. Era algo rayada. Estaba de lo más normal y de pronto cambiaba de ánimo. La recuerdo con los chancabuques sin lustrar y las medias blancas que la basta alta de su panta|lón de cuadros rojos dejaban ver. Una correa negra con brebiches le caía por un lado de sus caderas. Era clara, no muy  pálida y su cabello negro, parado, hacía resaltar sus ojos claros. Era una subte, como yo.
–¿Subte?
– Ajá, pero más allá de ser una chica linda, tenía un algo que me hacía ir detrás de ella. Tanto así que hasta ahora llevo marcado lo vivido ese día.
–Sí me acuerdo de los subtes y el rock subterráneo. Pero esa música que puteaba a todo el mundo no me gustaba…
–A mí sí me vacilaba… La cosa es que estábamos junto a otros subtes en las escaleras de la universidad Villarreal en La Colmena.
–¿Y qué hacían allí?
–Yo estudiaba en el colegio Guadalupe, y como estaba cerca siempre iba después de clases para hacer hora y escuchar música.
–De razón te paraban jalando en el colegio, vagazo.
– Ja ja ja, nada que ver… Recuerdo que esa tarde estaba con mi uniforme escolar en el puesto de El Omiso. Sonaba una canción de Eskorbuto: Quiero arrojarme al infierno y olvidarme de esta puta sociedad, de la calle, de la cárcel, de la fabrica... ¡Cualquier, cualquier, cualquier lugar!  Una botella de licor barato que llamábamos Trago Antitodo nos calentaba del invierno y la garúa.
–¿Y ella también paraba allí?
–Sí, vivía en Jesús María y varias veces la acompañaba hasta el paradero.
Fumando tronchos, seguro.
Sí, fumábamos cuando se podía; porque ella siempre decía que lo hacía para relajarse, porque le gustaba hacer las cosas lúcidamente. Le llegaba la inconsciencia.
Rayadaza la flaca...
Sí, y no sé por qué esa canción la hizo rayarse más. Cantó fuerte: ¡Cualquier, cualquier lugar! La increíble vida de un ser vulgar. Algunos que estaban borrachos la comenzaron a joder de loca. Eso la rayó aún más.
¡Qué saben ustedes sarta de estériles! –gritó Aleh, mirando a cada uno– Piensan que el mundo cambiará alrededor de un trago barato. Gritan libertad, anarquía y el sistema es una mierda, como si fumar, chupar y dejar que la vida se nos escape por estas veredas frías, fueran la solución.
¡Cállate pastrula!  –le dijo uno que estaba borracho– ¡Tú estás igual de perdida que nosotros, así que no te la des de muy sabelotoda!
¡Qué cosa la insultas, oe! –intervine, más motivado por impresionarla que por valiente– Déjala decir lo que piensa ya que tú ni siquiera haces eso. Tienes la cabeza por las huevas.
Te achoraste –dice Iosú–,  ¿y qué pasó te hicieron la bronca?
No –dice Jualma–, el huevón se paró y después de unos empujones nos separaron. Aleh se había apartado unos metros. La vi bastante afectada y me acerqué.
–No le hagas caso –le dije–, está borracho.
–Nadie entiende nada –dijo sin mirarme–, nada de nada.
–¡Y aprovechaste el pánico y te la chapaste! –dice Iosú.
–No, nada que ver –dice Jualma–. Eran las seis de la tarde y el tráfico estaba fuerte. Entre los kioscos y el bullicio de los microbuses, salió una canción en ingles, ella cantó: I, i will be King, and you, you will be Queen... Fue cuando sonrió, tomó mis manos y dijo: “Hagamos todo en un día, vayámonos hasta putamadre, como en la canción de Bowie”.

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