martes, 27 de noviembre de 2012

FRENTE A UN PUTICLUB by Trevor Kusuhara.


Lo siguiente que hizo Lucía fue ponerse su mejor vestido y unas sandalias veraniegas. Salió a buscar trabajo, muy temprano. Llevaba en su cartera Louis Vuitton de imitación, un periódico doblado con un círculo dibujado en el centro. Dentro del círculo había un anuncio: "Se busca Secretaria de buena presencia, por favor contactar con el Licenciado Riveola. Dirección: Avenida South-home frente al Mcdonald's."

Vivía desde hace 10 años con su madre, una mujer alcohólica y exdrogadicta. El departamento que alquilaban se estaba cayendo a pedazos, apenas tenían para comer arroz con atún enlatado. Lucía decidió que tenía que hacerse con ese trabajo sí o sí. Así que se dirigió frente a la hamburguesería y entró con la frente en alto. Lo único que vio allí dentro era un tío barriendo el piso tarareando un viejo tema de "Kiss".
—Buenas tardes ¿Me puedes decir donde encuentro al Licenciado Riveola?
—Está en los baños —Dijo el barrendero señalando el fondo del pasillo.
Lu siguió sigilosa la señal y se precipitó hacia los baños, desesperada. Llegó y entró de un tirón:
Allí había dos tipos enculando a una mujer mulata, uno de ellos la penetraba desde abajo y el otro intentaba lubricar la punta de su polla con saliva para metérsela por el culo. Lucía salió de los baños como una exhalación.
— ¿Quien anda allí? —preguntó uno de ellos.
Lucía titubeó al responder. Luego decidió mantener conversación desde fuera.
—Me llamo Lucía Cabrera, vengo por lo del anuncio...
—Llegas tarde, nena, estamos terminando de firmar el contrato con la nueva secretaria.
— ¡Ok, gracias!
Así que salió de allí lentamente.
Es lo que pasa en la vida misma. A veces vas por allí con todas las de ganar y en el momento inesperado !Zas! en toda la boca.

Yo estaba allí sentado en el viejo sillón de la casa, bebiendo un paquete de seis cervezas que le llevé a la madre de Lucía, una mujer encantadora en realidad. Cuando Lucía llegó me miró mal.

— ¿Qué haces aquí?
—Tranquila, honey, vengo en son de paz —Dije.
— ¡Mamá ve a tu cuarto!
—Pero hija, sólo estamos compartiendo unas cervezas.

Lucía le lanzó una mirada de soslayo a su madre. Ésta al instante obedeció. Era una chica de buenos principios. No merecía pasar por todas estas cosas. Cuando la pobre mujer se fue con las 5 latas restantes, supe que había hecho algo malo.

— ¿Por qué mierda le trajiste cerveza?
—No entiendo.
—Me ha costado 6 meses internarla a rehabilitación, y vienes con tu paquete de cervecitas de mierda.
—No creo que seis latas puedan ser un problema.
— ¡No la conoces!

Entonces salió su madre. Traía una de las tetas fuera de la blusa. La teta era deforme y el pezón parecía un sello postal. Estaba bailando sin música.
— ¿Donde está la fiesta? —preguntó.
—Mira, mírala como se pone…
—Cristo —Dije. Se parece a Whitney Huston drogada.
Lucía frunció el ceño y se fue a la cocina.
La seguí.
—De verdad que lo lamento.
—Quiero que te vayas ahora, Trevor.
Me acerqué por atrás y la abracé. Tenía un cuerpo suave y cálido y sensual. La hambruna y la pobreza le habían dado un cuerpo como las diosas.

Luego sentí un rodillazo en la entrepierna.
— ¡He dicho que afuera! —Ordenó.
Salí gateando de allí.
Subí a mi viejo Suzuki. Costaba un poco arrancarlo, así que estuve allí como 5 minutos haciendo contacto con la llave, cuando por fin encendió, salí disparando por la doble vía al sur de Western. Me dirigí a un Mcdonald's que quedaba al paso, frente a un puticlub. Entré.


Trevor Kusuhara, del blog La nueva mierda.

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