domingo, 30 de diciembre de 2012

LA POESÍA según Karmelo Iribarren.


Hay poetas ininteligibles para mí, así de sencillo. Ya me di cuenta de esto hace años, muchos, pero entonces pensé que quizás el problema era mío, que todavía no estaba lo suficientemente preparado para enfrentarme a esas obras. Pero qué va. Salvo alguna excepción -que ni recuerdo ahora mismo, pero que la habrá, siempre las hay-, sigo pensando como pensaba entonces, que no hay Dios -ni el de Mallarmé- que los entienda. Y luego hay otros poetas, un poco más claros, pero no mucho más, que poco menos que exigen un libro de instrucciones para poder leerlos. El trabajo que exigen es ímprobo por lo general, y las satisfacción obtenida a cambio bastante insignificante casi siempre. Te hacen sentirte, mientras los descifras, una especie de Sisifo ignorante. La emoción para ellos no es más que una palabra que está en el diccionario en la letra e, y que nada tiene que ver con la poesía. A algunos eruditos les encantan estos tipos de poeta. Se sirven de ellos para desplegar su erudición -y tener así su pequeño momento de gloria- en textos universitarios y suplementos culturales. Lo cierto es que entre unos y otros lo que consiguen es que la gente huya de la poesía, y ya hace tiempo que llegué a la conclusión de que su proceder no es del todo inocente, sino que es precisamente eso lo que buscan. Es evidente por y para qué. Por suerte también hay poetas, muchos, que escriben poemas para seres humanos, magníficos poemas muchas veces, buenos otras, y hasta malos, pero incluso estos últimos tienen a veces algo de disparate que los hace simpáticos, y como poco pueden arrancarte un sonrisa. Si no, cierras el libro y pasas a otro. Estos son y serán siempre mis poetas.

Karmelo Iribarren

1 comentario:

Pablo Hernández dijo...

Tan llano como siempre. Y comparto su opinión porque con sus poesías, y las de algunos otros, he podido sentir una emoción verdadera, un sentimiento de introspección que en el canon en muchos casos es difícil encontrar.
La verdad es que la poesía es un género «con problemas», pero el resto de los artes también han estado llenas de fantoches, siempre.