martes, 11 de febrero de 2014

LA TUMBA DE KEATS por Manuel Cuenya.


La tumba de Keats, que está en un singular cementerio de Roma, me recuerda, una vez más, mi condición mortal. Aquí no va a quedar nadie para cresta de gallo, dice el saber popular. Aceptar la muerte como algo natural no resulta fácil, por más que le echemos literatura y buena voluntad al asunto. La reciente muerte de un vecino me sobrecogió. El fallecimiento por accidente se me antoja estúpido y la muerte por crimen me trastoca las neuronas. 

Cuando llega la huesuda, el muerto o muerta que seremos, me da temblequera y «me entra gorrión», que diría la escritora cubana Zoé Valdés. Pero conviene buscar el lado bueno de la vida, el impresionismo pictórico de los bosques bercianos, los magostos, el cumpleaños de mi padre, lo que es motivo de alegría.

La tumba de Keats es, asimismo, una fascinante exposición de fotos sobre el cementerio romano, «juego entre la vida y la muerte», cuyo autor es el berciano Robés. Las fotos, en blanco y negro, están acompañadas por textos del sublime trovador Juan Carlos Mestre, y recogidos a la vez en su poemario homónimo. El blanco y negro como la expresión de verdaderos sentimientos.

He vuelto a visitar el cementerio protestante donde se halla, entre otras, la tumba de Keats, el poeta romántico inglés. A la entrada del cementerio hay una placa con una inscripción que reza así: «Cimitero Acattolico per gli stranieri al testaccio. Protestant Cemetery». Está ubicado cerca del metro Pirámide, en la Vía Caio Cestio, al lado de la Pirámide Cestia, al sur de la capital italiana. El cementerio es pequeño y acogedor. Al lado de la tumba de Keats, desde la cual se tienen preciosas vistas sobre la Pirámide, están los restos de su amigo y poeta Joseph Severn, y no lejos de éstas se pueden visitar las tumbas de Percy Bysse Shelley y su hijo William. 

P. B. Shelley fue gran amigo de Byron y esposo amantísimo de Mary W. Shelley, la famosa creadora del mito de Frankenstein. Grandes poetas románticos ingleses están enterrados en este cementerio, «el lugar más santo de Roma», según Oscar Wilde. Aparte de las mencionadas, también pueden visitarse las tumbas de Gramsci y del hijo de Goethe. A uno, cual romántico, le entusiasman los cementerios, si bien resulta doloroso tener que acudir a un camposanto en el que están enterrados tus seres más queridos.


Manuel Cuenya, de La Fragua de Furil (Instituto de Estudios Bercianos, 2012).

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