lunes, 30 de abril de 2018

12 AÑOS por CARMEN GC



12 años

12 años y tu tía y tu tío que te han sacado de noche, después de las diez el mundo es emoción nueva y adulta.

12 años y toda la torpeza de la adolescencia física y dos pies izquierdos para el baile.

12 años y una verbena de fiesta de barrio, un lugar supuesto seguro donde todo el mundo se conoce.

12 años demasiado inocentes en un cuerpo de casi uno setenta que empieza a mostrar formas de mujer.

12 años y un hombre adulto que te saca a bailar.
12 años y mirar a tu tío, que asiente.
12 años y pensar qué divertido.
12 años y el primer baile.
12 años y una distancia que disminuye.
12 años y una presión que empieza a incomodar, que no es normal aunque no tengas con qué compararla.
12 años y ganas de gritar y salir corriendo.
12 años y un acercamiento indeseado, e intentar frenarlo.
12 años y quedarte quieta como un palo, paralizada salvo en el brazo que se deja caer, si no puedes marcar la distancia que no parezca que aceptas la que marca.
12 años y la boca seca y la náusea recién estrenada.
12 años y el cuerpo de él apretándose.
12 años y el grito y la carrera no salen.
12 años y su mano bajando de la cadera.
12 años y un tía, tío, sacadme de aquí que no llega a la boca.
12 años y algo desconocido contra el muslo.
12 años y los pies que no obedecen a correr y repiten como salmodia los pasos de baile.
12 años y un que pare la música, que se acabe, que se ahoga en la boca del estómago.
12 años y su calor contra el cuerpo y tu brazo colgante huyendo.
12 años y su aliento en el pelo como un miedo nuevo.
12 años y musitar una oración con el cuerpo contraído, diminuto, aniñándose.
12 años y su mano tocando tu culo.
12 años y el asco quieto.
12 años y tratar de escapar en la última nota de sus múltiples brazos.

12 años y casi correr, tía, tío.
12 años y a trompicones y casi sollozos intentar explicarlo.
12 años y tu tía y tu tío protección y cariño  no vuelvas a dejar caer el brazo, úsalo para marcarlos.

12 años y espabílate niña.

12 años y se acabó esa fiesta.

12 años y durante mucho tiempo el primer y único baile.


Carmen Gc


viernes, 20 de abril de 2018

AHORA por FELIPE J. PIÑEIRO




Nunca hubo otra percepción,
percibo,
percibes quizás ahora.
Para mí el reino de los cielos,
para mí el infierno.
Maldito,
soy libre,
Maldito,
estoy perdido.
Estoy aquí,
mi proyección,
proyección de mente,
cuerpo y semen.

Felipe J. Piñeiro, de Pensamiento en la Oscuridad del Ser (Carro del sol ediciones, 1998).


miércoles, 18 de abril de 2018

DEL FONDO en CULTURAMAS



Del fondo, “Llegar sin desplomaros a vuestro fondo y esencia”, Vicente Muñoz Álvarez

Vicente Muñoz Álvarez, nos trae Del fondo, un relato/poema de terror ilustrado brutalmente -con nuestras vísceras y culpas-, por Andrés Casciani. Un verso arrebatado por H. P. Lovecraft, Crowley, Burns y Cronenberg, entre otros. Una perversión de El jardín de las delicias de El Bosco retratando, en este caso, el inframundo o el fracaso de la creación. Una travesía roja y agónica dentro de uno mismo. Una alegoría de nuestra fe y degradación. Nuestro epitafio zombie, la promesa de luz a cambio de la anulación de la carne. Vicente, radiografía, magistralmente, la putrefacción a la que sometemos nuestras almas en pos de una verdad tan inventada y patentada como triste, tan hueca, tan blanca. Casciani, ilustra en crudo, ese tour por el abismo. Desnudan una luz prometida que deviene fluorescente de cocina y nos desembocan en preferir el deterioro de la carne que ruge y arde, que se mastica y pudre, que sangra, huele y se deshace, a cualquier dictado del predicador. El juego de imágenes, sombras y dobles sentidos, el no saber si seguimos la luz o es ella la que nos asalta y amenaza, nos convoca a la pérdida dentro de uno mismo pero libres. Vicente, y su imprudencia de la lucha, que diría Rimbaud, acaba iluminando el hueco más hondo, bruto, sucio e insondable que albergamos. Una invitación a ser nosotros, a ser túnel, a degradarnos libremente, sin miedo y con toda la oscuridad del mundo.


Julia Roig, en Culturamas


Información y pedidos:

España: vicentevinalia@hotmail.com

Argentina: andrescasciani@gmail.com


martes, 17 de abril de 2018

CUANDO HARTO... por JOSÉ MALVÍS




Cuando
se intenta escribir el poema que nunca se ha de acabar
cuando
la música sólo la escuchas tú y el olor de luz es manicomio
cuando los valientes son malas personas
y los cobardes construyen vida
cuando
el cristal nos salpica con sus gotas de vidrio envenenado
cuando la carne se pudre traslúcida
entre insectos con billetes tatuados
y el agua arde
y los muros son televisiones y teléfonos y periódicos.

Cuando sucede todo esto —entre costillas y razón—
perderse es bueno en los hayedos blancos del Moncayo:
follar con el viento, la sabia, el color
saber que pierdes, pierdes mucho
y en ello está la mirada azul.
Rebelarse contra tanta barbarie estipulada y... ganar
ganar una cadera infinita
una excusa para asesinar cada pedazo de línea
permanecer eterno, desafiante en cualquier hoja caduca
casi como en las hojas de hierba de Walt Whitman
como en las hojas verdes de lo que seremos
cuando decimos no
y no pasamos página.


José Malvis


lunes, 16 de abril de 2018

UN POEMA de MARLUS LEÓN




Estaré allí siempre
envuelta en los cálidos abrazos
de una vida diminuta
sembrando de aliento
un universo infinito
Bailarán los planetas
sobre nuestras cabezas
con los ojos iluminados
por tanto amor…
Caminando
despacio
sin ruido
en medio de la nada
suspendidos en el aire
con las palabras alumbrando
nuestros labios
mientras inventamos
la nostalgia del paraíso...
recién nacidos
de regreso a casa…

Marlus León


lunes, 9 de abril de 2018

1 POEMA de GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ




Mira,
esa es la casa azul
de mis abuelos,
eso es una extorsión de
atardeceres,
esa es la sombra gris
de una paloma coja
empachada de viento
y de sol asfaltado,
eso es una quimera
con restos de pan duro
morando entre los dientes
de un mendigo,
una alfombra de flores
de cerezo
haciéndome cosquillas
en la nuca.

Dime, ¿me reconoces?

Esto es un compromiso
con las plantas marchitas
del jardín,
es la resurrección de un paisaje
febril y desvaído,
el espíritu lírico de un
carrete velado,
la imagen abortada
de un instante perfecto,
un sueño colindante
con todo lo que amábamos
cuando aún el "nosotros"
era un desconocido
con tendencia a la huida.
Esta es la dulce lógica
del absurdo
y la risa mordiéndose
las uñas,
es otro ensayo sobre
la timidez,
otro repositorio de anhelos,
otra urdimbre ignorada.

Y bien, ¿te reconoces?

Intento mantenerlo todo
a la distancia justa.
De verdad que lo intento...

Tus calles de ceniza, mis paneles de hielo,
Tus brazos aeropuerto, mis ojos aduana,
tus dos ruedas gastadas, mis lápices sin punta,
tus manos en mi piel, mi piélago en tus manos,
el devenir en llamas, la llamada perdida
del futuro,
mis tristes barricadas, tus alegres trincheras, esta forma imprecisa de calcular a tientas
cuánta distancia cabe entre dos labios.

Mira, observa atentamente.

Esto es una declaración de independencia,
la determinación de una fuga pactada,
un "pasamos de ti,
ahí te quedas mundo,
por mucho que te empeñes
en dañarnos
esta guerra jamás ha sido
nuestra ".
Esto es un calcetín desparejado,
esto es un mes de enero en primavera,
es un acordeón desabrochado
en medio de la plaza châtelet

Esto, todo esto
es una margarita sin cadenas
sudando rebeldía en los jarrones.

Dime ¿podremos evitar
que alguien nos reconozca?
Hay una parte nuestra
en todas partes,
inevitablemente,
en todas...
libre.

Quién sabe cuánto tiempo
tendremos de ventaja
antes que se den cuenta
y nos detengan.


Gema Fernández Martínez


domingo, 8 de abril de 2018

BUKOWSKI por IÑAKI ARBILLA



Nací porque todo el mundo tiene que nacer y al principio supongo que fue bueno, cálido y húmedo como un buen polvo, a pesar de la torta en el culo y de que yo me negase en principio a respirar. Tampoco era cuestión de ponérselo fácil a esos hijos de puta.

No los recuerdo, pero tuvieron que ser bonitos aquellos primeros años. Como una gigantesca borrachera prolongada día tras día. Todo el día tumbado sin otra cosa que hacer que comer, cagar y vomitar, viendo el mundo lleno de borrones. Sin memoria, como cuando te has metido tres botellas de vino alemán. Y por si fuera poco enchufado a una teta cada poco tiempo.

Pero todo acabó por joderse cuando tuve la suficiente consciencia para saber quién era: el hijo de un borracho con la mano muy larga. Antes que a sumar aprendí que una hierba más alta que otra en el césped significaba una buena paliza. Eso era lo único importante para mi padre. No la puta hierba, sino qué excusa encontrar para poder atizarme.

Para cuando pude devolverle a ese cabrón alguno de los innumerables golpes que me había dado, yo ya tenía la cara llena de granos. Granos como heridas, rebosantes de pus y de odio hacia mí mismo. Entonces tomé una de las pocas decisiones sensatas de mi vida: comencé a beber, a beber para no sentir los golpes que esta vez propinaba la vida, para hacer que me dieran igual. 

Por aquel entonces quería ser nazi. Me disfrazaba de Hitler mientras los demás se iban de voluntarios a luchar contra él en Europa. Solo quería dejar claro que no me iba aquel rollo. No amaba la patria ni iría a ninguna puta guerra a morir por nada.

Luego llegaron los viajes, las habitaciones de alquiler, las largas borracheras, los trabajos de mierda. Cuanto más breve fuera todo mejor. A excepción de los polvos. Enseguida me sentía preso. De una ciudad. De un jefe. De una mujer. 

Escribir se convirtió en lo único verdaderamente importante. Aunque luego te devolvieran la poesías los mismos editores gilipollas de siempre. Yo solo quería ser escritor. Como Hemingway. Como Fante. Pero a mí no me tentaba la fama, esa vieja zorra. Yo lo que quería era no tener que trabajar ocho horas, aguantar las mismas caras, coger el mismo autobús a la misma hora. Ser escritor es poder levantarte a las doce e irte a las carreras de caballos.

En cuanto a lo de follar, creo que se le ha dado demasiada importancia. He follado mucho y bien. Pero también me he sentido como un perro sucio follando. Ahora resulta que me acusan de ser machista. Que les jodan. Ellas también se meaban encima de mí de vez en cuando.

Viví así, de bar en bar, de trabajo en trabajo, de zorra en zorra hasta que a los 34 años un médico me dijo que iba a morir. Seguí bebiendo y escribiendo y follando. Qué se joda él también. Me metí a cartero. Odiaba ese puto trabajo más que a mi padre.

Afortunadamente la fama llegó tarde. Como los buenos orgasmos. Lo malo es que todo lo anterior no se había parecido nada a un polvo. Más bien me habían dado por el culo. Me hice famoso cuando tenía más de medio siglo sobre la joroba y me sentía más viejo que el diablo. Me compré una casa en la playa, un BMW y un jardín. Otro puto jardín. Me encantaba ver cómo crecía la hierba libremente en él sin que nadie la cortara.

Incluso me llamaban para dar conferencias. A mí. Hay que estar perdido... Leía mis poesías cuando lo único que pretendía era emborracharme, apostar en las carreras, escuchar música clásica y echar un polvo más que de vez en cuando. En Europa me adoraban. Yo odiaba Europa. Me recordaba demasiado que mi madre era alemana.

Ahora ardo en el infierno. ¿Acaso esperabas otra cosa? Creo que nunca salí de él. Ni tú tampoco. Solo que a mí siempre me gustó más este otro lado.


Iñaki Arbilla


domingo, 1 de abril de 2018

DOMINGOS DE INDULGENCIA por MAYA MUKTI



A veces los veo pasar los domingos por la tarde. Con sus barrigas repletas de carne, vino, dulces, café y chupitos. Después de la bacanal, por aligerar la conciencia dicen aquello de "bueno, vamos a hacer bajar todo esto, no?". Y pasean en grupo por el camino de los huertos, y me miran como a un elemento exótico del paisaje (domingo tarde y cavando?). A veces saludan y se hacen los entendidos. Y siguen camino con un "eso sí que es bueno para mantenerse en forma, eh?". Yo asiento, mejor hacer corto el trámite. Los veo de vuelta a los diez minutos. Adiós, adiós! 

El sol va declinando y empiezo a estar cansada. Y caigo en la cuenta de que aún no he comido. Al pasar por el pueblo los escucho tras las ventanas abiertas. Están preparando la mesa para cenar.

Maya Mukti


KIEPENKERL: David González.